Aquí estoy después de ¿casi dos meses? uauh, como pasa el tiempo, para anunciar a mis pocos lectores que ya se acerca la quinta edición del Maratón de Terror de Alcalá de Henares, cuya organización ha consumido casi todo mi tiempo libre, pero, a tenor de los resultados, ha merecido totalmente la pena.
Mañana, sábado 16, da comienzo el Maratón con una fiesta de presentación en Madrid, aunque el grueso de este será a partir del jueves, con diversas actividades, a las que, por supuesto, está invitado todo aquel que quiera venir.
Les dejo una muestra del cartel, donde figura el programa.
Y en cuanto tenga un minuto, empezaré el desglose de las distintas entregas de "la matanza de Texas". Prometido.
viernes, 15 de septiembre de 2006
jueves, 13 de julio de 2006
Ya Falta Menos...
Ahora que se aproxima una nueva entrega de "La Matanza De Texas", en este caso, una precuela dirigida por Jonathan Liebesman ("En La Oscuridad" 2003), aprovecharé para ir reseñando los anteriores capítulos.
Por lo pronto, les dejo con el cartel promocional, para que se vayan haciendo a la idea.
Por lo pronto, les dejo con el cartel promocional, para que se vayan haciendo a la idea.
martes, 11 de julio de 2006
"The Cat With Hands"
Lo bueno de estas noches tan calurosas es que el insomnio le lleva a uno a encontrar las cosas más maravillosas a intempestivas horas de la madrugada. Como una imagen vale más que mil palabras, les dejo con un corto realizado por Robert Morgan que ha causado fuerte impronta en un servidor.
Sin desperdicio.
"¿Quién puede creer que no hay alma detrás de esos ojos luminosos?" Theophile Gautier.
Sin desperdicio.
"¿Quién puede creer que no hay alma detrás de esos ojos luminosos?" Theophile Gautier.
miércoles, 28 de junio de 2006
"Las Colinas Tienen Ojos" de Wes Craven
Quién le iba a decir a Wes Craven cuando ya creía que había encauzado su carrera a la docencia, después de años saltando de una carrera universitaria a otra, lo que le llevaría a cursar desde psicología hasta literatura inglesa, que se acabaría convirtiéndo en una de las piedras angulares del cine de terror de las últimas tres décadas, encargándose de revitalizarlo en sus horas más bajas.
Tras el impacto causado por su primera película, "La última casa a la izquierda" (1972), que fue toda una declaración de intenciones y un revulsivo para una Ámerica sensibilizada por los horrores de la guerra, que había sacado a la luz el lado más oscuro y amargo de la naturaleza humana, Craven se inspiró remotamente en la historia del clan antropófago engendrado por Sawney Beane cerca de la costa oeste de Escocia a finales del siglo XIV para su segundo largometraje, "Las Colinas Tiene Ojos" (1977) que entroncaba, de nuevo, con los miedos latentes de la sociedad, enraizados nuestra propia dicotomía, que nos lleva, por un lado, a ambicionar una coexistencia civilizada y por otro, se niega a desprenderse de los vestigios ancestrales que nos permiten ser autores de atrocidades absolutamente deleznables.
La historia nos traslada hasta el desierto de Arizona, donde una módelica familia norteamericana, tras sufrir una avería, se ve acechada por una inhóspita tribu de mutantes caníbales; aún partiendo de una premisa similar a la utilizada por Tobe Hooper en "La Matanza de Texas" (1974), Craven logra aportar su propio discurso, donde destaca la capacidad del director para retorcer nuestros convencionalismos morales mediante el tour de force al que se ven sometidos los Carter, sufridores de las más variopintas barbaridades que les llevan a transitar un camino que conduce directamente al salvajismo en su búsqueda de venganza y en el que, por desgracia, es difícil no verse reflejado. No es de extrañar, por tanto, que la película, perfectamente aderezada con violencia explícita que aumentaba de manera considerable la conmoción emocional, se convirtiera inmediatamente en un éxito.
Deafortunadamente, la precariedad económica y el tiempo han pasado factura a la puesta en escena, que además adolece de cierta inconsistencia narrativa, aunque no llega a ser un óbice que nos impida disfrutar plenamente de la propuesta de Craven. Una propuesta que, sin llegar al status de obra maestra, es un clásico indiscutible del género.
Tras el impacto causado por su primera película, "La última casa a la izquierda" (1972), que fue toda una declaración de intenciones y un revulsivo para una Ámerica sensibilizada por los horrores de la guerra, que había sacado a la luz el lado más oscuro y amargo de la naturaleza humana, Craven se inspiró remotamente en la historia del clan antropófago engendrado por Sawney Beane cerca de la costa oeste de Escocia a finales del siglo XIV para su segundo largometraje, "Las Colinas Tiene Ojos" (1977) que entroncaba, de nuevo, con los miedos latentes de la sociedad, enraizados nuestra propia dicotomía, que nos lleva, por un lado, a ambicionar una coexistencia civilizada y por otro, se niega a desprenderse de los vestigios ancestrales que nos permiten ser autores de atrocidades absolutamente deleznables.
La historia nos traslada hasta el desierto de Arizona, donde una módelica familia norteamericana, tras sufrir una avería, se ve acechada por una inhóspita tribu de mutantes caníbales; aún partiendo de una premisa similar a la utilizada por Tobe Hooper en "La Matanza de Texas" (1974), Craven logra aportar su propio discurso, donde destaca la capacidad del director para retorcer nuestros convencionalismos morales mediante el tour de force al que se ven sometidos los Carter, sufridores de las más variopintas barbaridades que les llevan a transitar un camino que conduce directamente al salvajismo en su búsqueda de venganza y en el que, por desgracia, es difícil no verse reflejado. No es de extrañar, por tanto, que la película, perfectamente aderezada con violencia explícita que aumentaba de manera considerable la conmoción emocional, se convirtiera inmediatamente en un éxito.
Deafortunadamente, la precariedad económica y el tiempo han pasado factura a la puesta en escena, que además adolece de cierta inconsistencia narrativa, aunque no llega a ser un óbice que nos impida disfrutar plenamente de la propuesta de Craven. Una propuesta que, sin llegar al status de obra maestra, es un clásico indiscutible del género.
martes, 20 de junio de 2006
"La Casa de los 1000 Cadáveres"
Si soy sincero, nunca he sido un devoto de la música compuesta por el señor Rob Zombie, aunque he de reconocerle cierto mérito en la plasmación visual de su mundo interior, un pastiche que recoge referencias de la ciencia ficción clásica, su obsesión por las películas de terror y la cultura trash. Por eso, no hubiera prestado mucha atención a su proyecto, que, eso sí, tenía el sugerente título de "The house of 1000 corpses", de no ser por los contínuos retrasos e impedimentos a los que se vió sometido tras el abandono de la Universal, que lo hicieron deambular por el limbo durante tres años buscando distribución; finalmente, Lions Gate se hizo cargo siempre y cuando se realizarán algunos cortes en el montaje final para eliminar las escenas más explícitas, lo que redujo la duración a tan solo 88 minutos.
¿Realmente era para tanto?.
Lo verdad es que no, aunque es comprensible que para cierto sector del público, adoctrinado durante más de una década mediante producciones manifiestamente insípidas, resulte incómoda semejante exaltación de la violencia, que muestra sin ningún tipo de reparo un festival de sangre y visceras, febrilmente orquestado por una variopinta panda de freaks surgidos de las entrañas de la América profunda, payaso psicópata incluido, cuyo acertadísimo casting, repleto de viejas glorias de la serie B, solo realza la vocación multireferencial de la película.
Porque lo que encontramos en "La casa de los 1000 cadáveres" es, básicamente, un esperpéntico homenaje a los más celebérrimos títulos de la serie B, tales como "La matanza de Texas", "Las colinas tienen ojos", "Spider Baby" o "La casa de los horrores", que logra erigirse con entidad propia, al menos a nivel estético, a pesar de estar plagado de estereotipos y lugares comunes, gracias a la grotesca y malsana atmósfera que lo envuelve todo y a la hábil mezcla de recursos narrativos. Lamentablemente, la mayoría de las aportaciones quedan restringidas al terreno visual y la historia se resiente por la práctica ausencia de ideas originales, limitándose al reciclaje, que no renovación, de una fórmula demasiado conocida por los aficionados al género, lo que conduce a una inevitable pérdida del factor sorpresa. Así que, para compensar esta carencia y mantener el interés, el señor Zombie recurre a una buena dosis de mala leche, degeneración, brutalidad y exceso que acaban convirtiéndose en el auténtico disfrute, un plato con sabor a gore solo para paladares exigentes y el estómago a prueba de bombas.
Es por eso que, pese a no alcanzar la calidad de las títulos en los que se inspira, sin duda logrará encontrar un hueco porque su frenética propuesta, que no deja indiferente a nadie, bien lo merece.
¿Realmente era para tanto?.
Lo verdad es que no, aunque es comprensible que para cierto sector del público, adoctrinado durante más de una década mediante producciones manifiestamente insípidas, resulte incómoda semejante exaltación de la violencia, que muestra sin ningún tipo de reparo un festival de sangre y visceras, febrilmente orquestado por una variopinta panda de freaks surgidos de las entrañas de la América profunda, payaso psicópata incluido, cuyo acertadísimo casting, repleto de viejas glorias de la serie B, solo realza la vocación multireferencial de la película.
Porque lo que encontramos en "La casa de los 1000 cadáveres" es, básicamente, un esperpéntico homenaje a los más celebérrimos títulos de la serie B, tales como "La matanza de Texas", "Las colinas tienen ojos", "Spider Baby" o "La casa de los horrores", que logra erigirse con entidad propia, al menos a nivel estético, a pesar de estar plagado de estereotipos y lugares comunes, gracias a la grotesca y malsana atmósfera que lo envuelve todo y a la hábil mezcla de recursos narrativos. Lamentablemente, la mayoría de las aportaciones quedan restringidas al terreno visual y la historia se resiente por la práctica ausencia de ideas originales, limitándose al reciclaje, que no renovación, de una fórmula demasiado conocida por los aficionados al género, lo que conduce a una inevitable pérdida del factor sorpresa. Así que, para compensar esta carencia y mantener el interés, el señor Zombie recurre a una buena dosis de mala leche, degeneración, brutalidad y exceso que acaban convirtiéndose en el auténtico disfrute, un plato con sabor a gore solo para paladares exigentes y el estómago a prueba de bombas.
Es por eso que, pese a no alcanzar la calidad de las títulos en los que se inspira, sin duda logrará encontrar un hueco porque su frenética propuesta, que no deja indiferente a nadie, bien lo merece.
lunes, 19 de junio de 2006
"En la Boca del Miedo" de John Carpenter
1995 no fue un buen año para las películas de terror, al menos, no en taquilla; tan solo el thriller policíaco "Se7en" logró colarse entre las diez más vistas, octavo puesto, paradójicamente, de una lista encabezada por el monstruo de la animación 3D, Pixar, y su primer largometraje, "Toy Story". No es de extrañar, por tanto, los malos resultados comerciales que obtuvo Carpenter a pesar de lo interesante de su propuesta.
"Sutter Cane es un escritor de novelas de terror cuyo éxito no tiene comparación con el de ningún otro esritor. Pero poco antes de entregar a su editor su última novela, ha desaparecido sin dejar rastro. Al mismo tiempo, algunos de sus fans están volviéndose muy violentos de manera inexplicable. El editor de Cane contrata a John para que encuentre al novelista. Él piensa que todo es un montaje publicitario, para promocionar el próximo libro de Cane, pero no tardará en descubrir la horrible verdad."
Todo, desde la elección del título original, "In the mouth of madness", una clara alusión la novela "At the mountains of madness" ("en las montañas de la locura y otros relatos", Alianza Editorial), pasando por los personajes, localizaciones, horrores primordiales, se revela como un inquietante tributo a la cosmogonía engendrada por Lovecraft, hasta la misma estructura de la historia que, asimilando los modos y maneras de los relatos del escritor de Providence, comienza con el protagonista encerrado en un sanatorio mental para, posteriormente, ser desarrollada mediante un flashback.
"Sutter Cane es un escritor de novelas de terror cuyo éxito no tiene comparación con el de ningún otro esritor. Pero poco antes de entregar a su editor su última novela, ha desaparecido sin dejar rastro. Al mismo tiempo, algunos de sus fans están volviéndose muy violentos de manera inexplicable. El editor de Cane contrata a John para que encuentre al novelista. Él piensa que todo es un montaje publicitario, para promocionar el próximo libro de Cane, pero no tardará en descubrir la horrible verdad."
Todo, desde la elección del título original, "In the mouth of madness", una clara alusión la novela "At the mountains of madness" ("en las montañas de la locura y otros relatos", Alianza Editorial), pasando por los personajes, localizaciones, horrores primordiales, se revela como un inquietante tributo a la cosmogonía engendrada por Lovecraft, hasta la misma estructura de la historia que, asimilando los modos y maneras de los relatos del escritor de Providence, comienza con el protagonista encerrado en un sanatorio mental para, posteriormente, ser desarrollada mediante un flashback.
Sin abandonar el reposado ritmo tan característico de su narrativa, Carpenter adopta, según sus propias palabras, un estilo más cercano a los thrillers psicológicos de Buñuel, alejándose de los convencionalismos formales del cine de terror. Concatenando recursivamente escenas donde se da la mano lo onírico con lo terrorífico, logra hacer descender al espectador hasta los límites de la cordura, un angustioso viaje donde nada es lo que parece, para poder dinamitar la delgada línea que separa la realidad objetiva y materilista de los mundos irracionales y ocultos, consiguiendo una sintonía total entre fondo y forma.
Trás la prescindible "Memorias de un hombre invisible" y su devaneo con la televisión, nos encontramos de nuevo ante el mejor Carpenter que, gracias al buen hacer de Michael De Luca en el guión, firma uno los trabajos más importantes de sus carrera, una oscura y atípica película de terror que recurre a las fobias características de la extensa obra literaria en la que se inspira, es decir, la confrontación con lo desconocido, origen ancestral de nuestros temores cervales, y el inevitable apocalipsis, herencia de la angustia cósmica, una aflicción causada por la muerte de Dios.
"En la boca del miedo" es, a un nivel superior, un sólido ejercicio de metalinguística sobre el género y el poder subversivo del arte, entendido como fuerza creadora, que aparece reflejado en la película mediante Sutter Cane, el solipsismo encarnado, al mismo tiempo que una acertada y feroz crítica a la sociedad de consumo, que no duda en fagocitar con crueldad dichos procedimientos artísticos para transformarlos en una industria. Se nota que Carpenter ha salido escarmentado de su trabajo con las majors, que le obligaron a recluirse durante un tiempo en la serie B, en busca de su anhelada libertad creativa.
Sin embargo, no todo son virtudes. El desenlace habría ganado contundencia si se hubiera aligerado sensiblemente el metraje porque, una vez manifestados todos los artificios durante el encuentro entre John Trent, efectivamente interpretado por Sam Neil, y Sutter Cane, es previsible y demasiado extenso, aunque no por ello insatisfactorio. Aún así, pese a este ligero tropiezo formal, nos encontramos ante una indiscutible pieza de culto, que ningún aficionado debería perderse.
Trás la prescindible "Memorias de un hombre invisible" y su devaneo con la televisión, nos encontramos de nuevo ante el mejor Carpenter que, gracias al buen hacer de Michael De Luca en el guión, firma uno los trabajos más importantes de sus carrera, una oscura y atípica película de terror que recurre a las fobias características de la extensa obra literaria en la que se inspira, es decir, la confrontación con lo desconocido, origen ancestral de nuestros temores cervales, y el inevitable apocalipsis, herencia de la angustia cósmica, una aflicción causada por la muerte de Dios.
"En la boca del miedo" es, a un nivel superior, un sólido ejercicio de metalinguística sobre el género y el poder subversivo del arte, entendido como fuerza creadora, que aparece reflejado en la película mediante Sutter Cane, el solipsismo encarnado, al mismo tiempo que una acertada y feroz crítica a la sociedad de consumo, que no duda en fagocitar con crueldad dichos procedimientos artísticos para transformarlos en una industria. Se nota que Carpenter ha salido escarmentado de su trabajo con las majors, que le obligaron a recluirse durante un tiempo en la serie B, en busca de su anhelada libertad creativa.
Sin embargo, no todo son virtudes. El desenlace habría ganado contundencia si se hubiera aligerado sensiblemente el metraje porque, una vez manifestados todos los artificios durante el encuentro entre John Trent, efectivamente interpretado por Sam Neil, y Sutter Cane, es previsible y demasiado extenso, aunque no por ello insatisfactorio. Aún así, pese a este ligero tropiezo formal, nos encontramos ante una indiscutible pieza de culto, que ningún aficionado debería perderse.
martes, 6 de junio de 2006
Los Archivos Secretos de Arkham
Bienvenidos a las siniestras entrañas Arkham, donde la vieja arquitectura colonial esconde, bajo sus acimarrados tejados de estilo holandés, una maraña de callejones sin pavimentar en los que acechan, trás cada esquina, ancestrales cultos que conspiran para abrir las puertas selladas con titánicos muros por hombres audaces, protegiendo al mundo del exterior absoluto.
Me gustaría abandonarla y huir lejos, ahora que aún es pronto y mi nombre no se ha empezado a difundir, pero no puedo; los laberintos hormigueantes de las calles antiguas serpean interminablemente desde olvidados patios y plazas hasta desembocar en los valles que, con sus salvajes y lujuriosas masas boscosas, dan cobijo entre sus árboles primarios a ejercitos enteros de espíritus elementales. Las piedras caídas de las granjas abandonadas se erigen como testigos silenciosos de las atrocidades sufridas por las infortunadas almas que pensaron, en su necedad, poder escapar.
Esta ciudad se ha convertido en mi prisión y, tarde o temprano, ellos darán conmigo, incluso aunque me oculte en los recónditos pasadizos de la Universidad Miskatonic, que en otros tiempos me resultaban tan seguros, cuando desconocía los ímpios horrores cósmicos que deambulan por sus oscuras galerías.
Así que, antes de que mis huesos se amontonen sobre los mohosos ataúdes del cementerio de la Iglesia, les revelaré todos los secretos que pueda recordar, sin desfigurar ni añadir nada, y si algo les resulta vago, se debe unicamente a la confusa naturaleza de las fatalidades que han caido sobre mi...
"La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y más antiguo y más intenso de todos los miedos es el miedo a lo desconocido" Howard Philips Lovecraft.
Así que, antes de que mis huesos se amontonen sobre los mohosos ataúdes del cementerio de la Iglesia, les revelaré todos los secretos que pueda recordar, sin desfigurar ni añadir nada, y si algo les resulta vago, se debe unicamente a la confusa naturaleza de las fatalidades que han caido sobre mi...
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